Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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BÚSQUEDA AVANZADA

[DFin 14. 22. 195. 197]
VÍA PURGATIVA
[DFin 31. 47. 79. 217] Gloria al Padre

«Domine, noverim me, noverim te,
Nec aliquid cupiam nisi te»
.1
«Hæc est vita æterna, ut cognoscant te
et quem misisti»
.2


[DFin 20. 22] ¿Quién es Dios? El ser necesario. «Ego sum qui sum»,3 «Tu solus Dominus»:4 espíritu puro, suma grandeza; perfectísimo en ciencia, poder, eternidad, omnipotencia, gloria. No necesita a nadie, es felicísimo en sí mismo... «Mi Dios y mi todo».5
Consecuencias: a) Admiración: consideración; primera parte de la visita. b) Alabanza perenne, total, «ab omni creatura». c) Amor perfecto «como bien infinito, sobre todas las cosas».6
En unión con las tres Personas y con los ángeles: «sanctus...,7 laudate...,8 benedicite...».9
17
¿Quién soy yo? Ser contingentísimo: «tú eres el que no es».10 No eres nada, en cuanto al alma y al cuerpo, por ti mismo no eres nada; en cuanto al ser y el obrar, por ti mismo, imperfectísimo.

Consecuencias: Verdad humilde: por ciencia, poder, vida, existencia; nada soy.
Vida que se plantea en el sentido justo: en el principio y en el fin. Respeto, honor.
La humildad del corazón: fruto general.

[DFin 20. 54] Dios creador

Crea el universo: Suma dignidad y poder divinos. Los espíritus: hermosos, numerosos, destinados a un alto fin. Las cosas materiales: la cantidad, la variedad, el orden.
¿Qué soy yo entre todos los seres, entre los posibles, los más perfectos, los que se suceden?

Crea al hombre: Corona de los seres visibles. Imagen y semejanza divina en cuanto al alma; «lutum»11 en cuanto al cuerpo. Capaz de hacerse semejante a Dios, a la bestia, al demonio.
Los dones: integridad, gracia, ciencia, inmortalidad.
18
El pecado original: Señal de gran debilidad en el hombre; causa de ruina espiritual;
ignorancia y sujeción a las tentaciones y concupiscencias, mortalidad y dolores;
pecado;
explicación del mal y de los males del mundo.
La humildad del corazón: fruto general.

[DFin 20. 55. 69. 73. 77. 78. 81. 82. 91] Dios gobernador12

«Universa quæ condidit Deus,
providentia sua tuetur et gubernat
attingens a fine usque ad finem fortiter
et disponens omnia suaviter».13


Con su ley

a) Eterna: que necesariamente tiene un fin, un orden, una dirección de toda acción y movimiento: «ab æterno ordinata sum»;14 sapientísima toda ordenación suya.
Con la que debo configurarme tomando como ley suprema y máximo acto de amor la voluntad de Dios (v. Dresselio «Eliotropio»).15
b) Natural: «porque la ley eterna está escrita en la conciencia y en la mente de cada hombre y así se hace natural». Es para todos los hombres, es fácil, inmutable, necesaria.
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c) Amplio examen de conciencia sobre los mandamientos (de ley natural, excepto la circunstancia del sábado).

Para vivir como hombres honestos: fin especial de la primera parte de los ejercicios espirituales.

[DFin 43] Examen - Instrucción

Voluntad de Dios es el gran sol hacia el cual debe orientarse el alma como un girasol.
Voluntad de Dios: en los superiores, en los acontecimientos, en el interior. «Doce me facere voluntatem tuam, quia Deus meus es tu» (Sal 142).16

Mandamientos. Aquí es necesario hacer pasar todos los mandamientos para ver cómo se han observado.
Para hacerse cristianos, religiosos y sacerdotes antes hay que ser hombres.

Virtudes naturales: justicia, prudencia, templanza, fortaleza.
La humildad del corazón: fruto general.
20
[DFin 29.43] Nuestro fin

«Momentum a quo pendet æternitas».17


1. Ayer no existíamos, pero fuimos creados por Dios. «Ipse nos fecit et non ipsi nos».18
Para que le glorificáramos en la tierra.
Para que, glorificándole, fuéramos en el cielo partícipes de su felicidad.
2. ¡Hoy existimos!, pero suspendidos entre dos eternidades.
Elegimos la que queremos.
Nos la construimos nosotros.
No trabajar para el cielo significa perderse. «Homo æternitatis sum».19
3. Para esto nos ha dado una doble serie de medios: los naturales, o sea inteligencia, voluntad, memoria, y los sentidos externos, con la vida, los bienes materiales, sociales, familiares; y los sobrenaturales, que son la fe y la gracia con que poder creer y obrar de modo digno para el fin sobrenatural.

[DFin 29. 30. 36. 43. 52] Fin de las criaturas

1. Servir al hombre, que las usa para servir a Dios en la tierra y de este modo conseguir la bienaventuranza
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eterna alabando a Dios. Tres son los órdenes de las criaturas: físicas (tierra, plantas, cuerpo, animales, elementos, etc.), que hacen posible el progreso físico; morales (inteligencia, corazón, familia, convivencia social, misiones varias en la sociedad); espirituales (sacramentos, sacerdocio, vida religiosa, etc.).
2. El uso de las criaturas hace buena la vida y feliz la eternidad; el abuso es la ruina eterna. El uso del tiempo, de las casas, del vestido, del alimento, etc.; el uso de la familia, de la inteligencia, del corazón y sus pasiones, de las relaciones sociales, etc.; el uso de los sacramentos, de la lectura y de la escritura, del maestro y del confesor, etc. El abuso del dinero, del goce de los sentidos, de la tendencia al honor; el abuso de la mente, de las pasiones, de la libertad, de la familia, de la posición social, etc.; el abuso de la Presencia real, de las ocasiones de mérito, de instrucción religiosa, de la gracia, etc.
3. Las criaturas, que se nos han dado para el bien, pueden ser ocasión de abusos, especialmente después del pecado original; por la rebelión que éste causó en las cosas y en los sentidos contra la razón, de ésta contra Dios, del tiempo contra la eternidad. Por eso debemos proceder según el ejemplo de Jesucristo, que hizo un uso rectísimo de todo eso,
22
nos lo enseñó con la palabra y nos ganó la gracia.

* * *

DFin 23. 73. 81. 137-143] 1. Ser superiores,20 no esclavos de ellas, con la razón, con la fe, con la gracia, conforme a la voluntad de Dios.
Ser indiferentes a ellas cuando son indiferentes por su propia naturaleza: honor, salud, ingenio, vida, cargos, etc. San Pablo: «Scio et humiliari, scio et abundare; et satiari et esurire; et abundare et penuriam pati».21
2. Abstenernos de cuanto nos estorba. Abstine, es decir, mortificación cuando hay peligros. Por nuestra parte, preferir siempre pobreza, desprecio, lugar humilde. Dirijamos la mente, la voluntad, la memoria, los sentidos exteriores.
3. Tomar todo lo que nos ayuda: sustine, lo mejor y lo más que se pueda de todo lo que contribuye al servicio de Dios:
a) de las virtudes y dones del Espíritu Santo.
b) de los medios de santificación: sacramentos, misas, examen de conciencia, visitas, meditaciones, oración;
c) horario, deberes de estado, vida común.
23
[DFin 29. 43. 123] La verdadera propiedad del hombre

1. El paraíso es nuestro destino único y total; nuestro porque Dios nos ha creado para él y nuestro señor Jesucristo nos ha abierto de nuevo el paraíso perdido. No es nuestro fin adquirir riquezas, honores, placeres. Toda la creación tiene carácter de medio y se nos da en uso, pero se nos quitará y quien lo busca sentirá pena. «Vanitas vanitatum...22 Inquietum».23 En cambio, el paraíso... «Simile est regnum cœlorum... inventa una pretiosa... dedit omnia et comparavit eam».24
«Simile est thesauro in agro... vendidit omnia et emit eum».25
2. Satisface enteramente: es visión beatífica, amor, gozo; por eso satisface la mente, la voluntad, el corazón: con los gozos accidentales también satisface la parte sensitiva: el cuerpo glorioso, la impecabilidad, la impasibilidad. Será proporcionado a los méritos; es decir, al amor de Dios y al amor a las almas; es lo único que es verdaderamente nuestro y eterno.
3. El pensamiento del cielo debe alejarnos de nuestro apego a la tierra y hacer que lo usemos todo como medio; hacernos fervorosos porque «unusquisque mercedem accipiet secundum...»;26
24
prepararnos al deseo del cielo, «cupio dissolvi»,27 y este deseo tiene que llegar a ser el rey de los deseos, para que produzca sed de méritos, de perfección, de almas.

[DFin 43. 81] Fin de Dios

1. El fin último es la gloria de Dios. Dios se ama esencialmente a sí mismo amando la perfección que hay en él, y todo lo creó para sí y para su propia gloria, «universa propter semetipsum operatus est Deus».28 Debe conseguirse por medio del hombre y desde el hombre, en la tierra, con la alabanza y la docilidad de la mente y del corazón a Dios; en la eternidad con el conocimiento perfecto, la perfecta alabanza y amor de Dios; es decir, a través de la felicidad del hombre. Tenemos así el fin supremo y el fin subordinado.
2. En la tierra se consigue más cuanto más perfecto es el conocimiento y el amor de Dios. Este conocimiento lleva de la ignorancia y el error a pensar como Dios en Jesucristo. Es el estado de las almas que están siempre unidas a Dios y todo lo ven en él, todo lo juzgan en él y todo lo ordenan a él. La instrucción religiosa y la buena lectura, pero sobre todo mayor infusión de fe,
25
sabiduría y ciencia de Dios consiguen este estado.
Perfeccionar el conocimiento de Dios; luego evitar el pecado y también el temor «serviliter servilis»,29 transformarlo en filial. Ascender por los varios grados del amor de Dios: tristeza del pecado, benevolencia y deseo de la gloria de Dios, complacencia de la gloria y perfección divinas, vivir de amor de Dios.
3. Se asciende desde la ignorancia, desde la ciencia humana, desde el odio al pecado mortal al odio al venial, y del amor propio hasta la ciencia de Dios, al amor puro de Dios, cada día un poquito.
Se perfecciona con el amor a Jesús: «Quis nos separabit a charitate Christi?».30 ¡Nada! La escalera es María, que toma la gracia de Dios para dárnosla, nos quita el amor propio y lo sustituye por el amor de Dios.

[DFin 43] La felicidad

1. El corazón y el alma anhelan la felicidad completa que satisfaga enteramente al hombre, que sea eterna.
2. Ésta no consiste31 en las riquezas,
26
los honores, los placeres, ni en los bienes morales e intelectuales. Todos ellos son finitos, temporales.
3. Estúpido es quien busca desordenadamente los bienes temporales; no se sentirá satisfecho en la vida y estará desolado en la muerte; que tema por la eternidad.
Apetecerlos sólo en cuanto nos ayudan a conseguir el cielo; temer más bien, por prudencia, que sean para nosotros lazos de perdición.

[DFin 20. 82. 123. 137-143] Verdad, base, orden, justicia, es decir, grados de humildad

1. ¿Cómo se ha realizado el designio divino de participar su felicidad y recibir así alabanza? Con la creación, en la cual todo se hace de la nada: ¡no somos nada! Todo lo hemos recibido de Dios.
Somos pecadores. He aquí la prueba del hombre y de su caída, ruina del plan divino. Además del pecado original está el pecado actual, por el cual somos menos que nada.
Nos encontramos en necesidad extrema, porque siempre y en todo necesitamos luz, gracia del Espíritu Santo; porque sólo en la gracia y la luz divina puede haber
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mérito, fuerza, Iglesia, sacerdocio, estado religioso.
2. Por tanto, hay que excluir totalmente la vana complacencia y las intenciones vanas: «soli Deo honor et gloria»;32 considerar justos, buscar los sufrimientos y gozarse con ellos y humillarnos para satisfacer con Jesucristo por nuestros pecados; permanecer en estado de oración y súplica habitual para obtener gracia, luz y misericordia del Espíritu Santo.
[DFin 31. 47. 79. 217] 3. De ahí los tres grados de humildad: a) el primero depende del hecho de que todo lo hemos recibido de Dios en el orden natural (teología del Padre); b) el segundo, de que además somos pecadores y toda la pena humana es inadecuada para satisfacer por el menor de los pecados, por lo que fue necesaria la sangre de Jesucristo, cuyo valor es infinito (teología del Hijo); c) por tener que crearse una nueva vida, sacerdotal, religiosa, cristiana, se necesita continuamente al Espíritu Santo (teología del Espíritu Santo).

Previsiones

«Notum fac mihi, Domine, finem meum».33


1. ¿Puedo saber si me salvaré? En sentido absoluto, no; en sentido relativo, sí. Porque
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todavía puede suceder que el pecador se convierta y que el justo se pervierta. Judas y el buen ladrón: «Unus ne desperas, unus ne presumas».34 Los méritos que no se hayan adquirido no se encontrarán; lo que de bueno o de malo hayamos hecho permanecerá; Dios es fiel para quien ha hecho el bien y tiene misericordia con el pecador.
2. Razones: la confianza en nosotros con la consiguiente falta de oración pierde y condena incluso a quien es ya santo; la confianza en Dios y la oración que de ella se deriva salva hasta al mayor pecador.
3. El verdadero enemigo es la soberbia, que lleva a fiarse de sí mismo; el verdadero amigo es Jesucristo y la cruz. Jesucristo «vita et resurrectio»;35 «initium», en cambio, «omnis peccati est superbia».36 Prolongar el examen sobre la soberbia y sobre la fe.

La prueba

1. La vida es una prueba. Es un concepto fundamental y directivo. El paraíso, estado sobrenatural, es a la vez misericordia de Dios y premio (o «merces») nuestro. Así fue para los ángeles, así es para el hombre. «He puesto delante de ti el camino de la vida y de la muerte», «elige vitam».37
29
2. Brevísima prueba. La vida frente a la eternidad es cosa de un momento: «momentaneum et læve æternum gloriæ pondus...».38 Como para Judas y los demás apóstoles, como para Caín y Abel.
3. Única e irreparable prueba. Se vive y se muere una sola vez. Unos superan la prueba, «pauci intrant per eam viam»; otros no la superan, «multi intrant per viam quae ducit ad perditionem».39 Formarse el concepto exacto de la vida; no permitir ser burlado por la fantasía juvenil ni por el mundo mentiroso, ni por la impresión de las cosas sensibles, sino dejarse guiar por la razón y la fe: «Beatus vir qui cum probatus fuerit accipiet coronam vitæ».40

[DFin 81] La muerte

«O mors, bonum est consilium tuum».41


1. La muerte es el fin de la prueba de fidelidad. «Euge serve bone et fidelis»,42 «Beatus vir qui suffert tentationem quoniam cum probatus fuerit...».43 El buen trigo... la cizaña...44
2. La muerte infunde temor por su
30
incertidumbre: «sicut fur in nocte»,45 «estote parati»;46 su incertidumbre es la esperanza de quien vive de amor al Señor y suspira por la patria, la visión del Padre celestial, el premio.
3. La muerte es la conclusión lógica de la vida. La conclusión depende de las premisas. Las premisas no dejan libre o facultativa la conclusión. El que vivió bien, morirá bien; el que sembró, recogerá. ¡Dios es fiel! Lo que no hayamos hecho de bueno, no lo podremos encontrar. «Tempus non erit amplius».47
Pero en el mundo está la tesis de Dios: «Ego bonus».48 De aquí la disposición de Dios Padre siempre en espera de acoger al pecador. Como nos creó y redimió sin mérito por nuestra parte, así nos acoge arrepentidos en cualquier momento, aun en el último.

Dos muertes

1. La muerte del pecador y la muerte de justo. «Pretiosa in conspectu Domini mors sanctorum eius».49 «Mors peccatorum pessima».50
2. Esto depende de la correspondencia
31
al conjunto, «substantialiter saltem»,51 de la voluntad especial de Dios sobre cada uno y del uso solícito de los dones naturales y de las gracias especiales; o bien del estado de rebelión sustancial a la voluntad divina y del derroche y uso desordenados y obstinados.
3. Examen prolongado sobre la vocación general a uno de los tres estados;52 sobre la vocación especial en cada uno de los mismos; sobre los dones y gracias particularísimos en la vida íntima; sobre la sinceridad misma de las virtudes.

El tiempo

1. Es el período de prueba con sucesión; en oposición al estado inmóvil de la eternidad. Es un compendio y contiene todas las gracias naturales y sobrenaturales; el verdadero tesoro de la tierra y exclusivamente de la tierra.
2. La vida larga y la vida breve pueden ser gracia o bien peligro por parte del hombre; depende del uso o del abuso.
El tiempo será nuestra exaltación o nuestra condenación; los años pasan y nos serán imputados.
Es brevísimo en comparación con la eternidad,
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casi una cantidad imperceptible; pero fija y domina la eternidad misma.
3. No perder tiempo haciendo el mal, o cosas inútiles, o sin mérito, o afanosamente. Usarlo haciendo el bien, con orden y con recta intención.

El juicio

Una vez hecho el ejercicio, se corrige.
1. El juicio es caer en manos del Dios vivo.53 Terrible para el perverso, muy consolador para el justo. En la vida tenemos libertad para actuar; se puede también hacer físicamente el mal. Cuando hemos dado prueba de nuestra sumisión humilde o rebelión soberbia, volvemos a las manos de Dios.
2. El examen de la vida. «Ut reddet unusquisque prout gessit sive bonum sive malum».54 El libro dice lo que se debía hacer; la conciencia, lo que se ha hecho. Examen del servicio de Dios de la mente, del corazón, de las obras. «Iudicium sedit et libri aperti sunt».55 Se encontrarán bien: a) los que son diligentes en el examen; b) los que son muy sinceros en la vida; c) los que cuidan más lo interior que lo exterior. Se encontrarán mal los que hacen lo contrario.
33
3. La fijación justa, precisa, irrevocable de nuestra eternidad. Es la sentencia y la ejecución inmediata: «Serve bone»,56 «serve nequam»,57 «ignem æternum»,58 «vitam æternam».59 Cizaña y buen trigo,60 «elegerunt bonos, malos autem foras miserunt».61
Sentencia dada según el uso de los talentos.62 La elección de nuestra eternidad la hacemos nosotros en la vida, especialmente en la primera, en la segunda y en la tercera crisis.63

La confesión64

1. La confesión es la primera penitencia, elevada a sacramento. Tiene dos partes: remedio y absolución del pasado; medicina y medio principal de conversión para el porvenir.
2. La reconciliación es la misión universal de Jesucristo: «veni salvum facere quod perierat».65 La penitencia es ejercicio para cada uno de nosotros de este ministerio general. Todos los hombres son culpables, Jesús es el reconciliador. La penitencia es la segunda tabla de salvación, restituye todos los méritos, devuelve la capacidad de merecer, cierra el infierno, abre el cielo, borra mucho purgatorio o incluso todo.
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3. Las dos disposiciones principales son: dolor por el pasado; oración para cambiar el porvenir. Condiciones también importantes son el examen, la confesión, el propósito y la satisfacción.

[DFin 79. 123] Por tanto, el hombre

Salido de las manos de Dios para glorificarlo en la eternidad, el hombre ha de hacer un viaje de prueba que se llama vida. El Padre mismo ha enviado a su Hijo, Maestro, para indicar el camino, recorrerlo y hacerse vehículo del hombre. Por eso el hombre será juzgado al final sobre su configuración con el Hijo: en la mente, en la voluntad, en la vida. Dicha configuración consistirá en el amor, para que quien ha amado continúe su amor, recompensa para la eternidad; quien no ha amado permanece lejos de Dios por toda la eternidad.
Como el mundo es reino imperfecto de Dios debido a los fallos humanos y la cizaña, la eternidad será reino perfecto de Dios incluso en relación con el hombre: glorificación eterna de Dios. «Faciamus hominem ad imaginem et similitudinem nostram»,66 y la imagen ofuscada por el hombre es reparada en el Hijo de Dios y superará en belleza a la primera
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por obra del Espíritu Santo, por sobreabundancia de gracia.

[DFin 81. 149. 150. 216] Conclusión

del primer período, es decir, de la meditación
de la teología del Padre celestial

a) Venimos del cielo, vamos al cielo; mantengámonos en el camino único y seguro; si lo perdemos, confesémonos; si ya estamos en el camino recto, aceleremos.
b) En los ejercicios anuales se determina el programa anual; en los retiros mensuales se desarrolla punto por punto; en las confesiones semanales se repara, se obtiene luz y fuerza; en los exámenes cotidianos se controla.
c) Para hacernos santos, encarnar a Dios en nosotros; es necesario que pongamos nuestra parte: «nosotros con Dios», es decir: examen anual, mensual, semanal, cotidiano; meditación cotidiana; dirección y confesión para valorar el esfuerzo.
«Donec formetur Christus in vobis».67
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1 «Señor, que me conozca a mí y te conozca a ti, que sólo te desee a ti» (ver DFst 7).

2 Jn 17,3. La frase completa es: «Hæc est autem vita æterna: ut cognoscant te solum Deum verum et quem misisti Iesum Christum - Y la vida eterna es que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo».

3 Éx 3,14: «Yo soy el que soy». Cf. página del DFms, Anexo n. 1, p. 274.

4 «Sólo tú Señor». Frase del “Gloria in excelsis Deo”.

5 Frase alusiva a las palabras pronunciadas por santo Tomás: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28).

6 Cf. Acto de caridad.

7 Is 6,3: «Et clamabant alter ad alterum et dicebant sanctus sanctus sanctus Dominus exercituum; plena est omnis terra gloria eius - Y se gritaban el uno al otro: santo, santo, santo, Señor todopoderoso; la tierra toda está llena de su gloria».

8 Sal 150,1: «Laudate Dominum in sanctis eius, laudate eum in firmamento virtutis eius - Alabad al Señor en su santuario, alabadlo en su majestuoso firmamento».

9 Sal 103(102),20: «Benedicite Domino angeli eius, potentes virtute facientes verbum illius ad audiendam vocem sermonum eius - Bendecid al Señor todos sus ángeles, héroes poderosos, agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra».

10 En la vida de santa Catalina de Siena, escrita por el B. Raimundo de Capua (libro I, cap. 10), se lee que el Señor, apareciéndose a la santa, le habría dicho: «¿Sabes, hija, quién eres tú y quién soy yo... Tú eres la que no es y yo el que soy».

11 Job 10,9: «Memento quæso quod sicut lutum feceris me et in pulverem reduces me - Recuerda que me amasaste como arcilla, y que al polvo me has de devolver».

12 Cf. página de DFms, Anexo n. 2, p. 275.

13 La frase proviene del concilio Vaticano I (ver DENZINGER-SCHÖNMETZER, Enchiridion Symbolorum, ed. XXXIV, 1967, n. 3003) y tiene algunos cambios: «Universa vero, quæ condidit, Deus providentia sua tuetur atque gubernat, attingens a fine usque ad finem fortiter et disponens omnia suaviter». Que puede traducirse así: «Dios con su providencia cuida todas las cosas que creó y las gobierna, extendiéndose de uno a otro confín con fuerza y guiando todo con bondad». La frase en cursiva proviene de Sabiduría 8,1.

14 Prov 8,23: «Desde la eternidad fui constituida».

15 P. GEREMIA DRESSELIO, S.I., La conformità alla volontà di Dio (Heliotropium), Alba, PSSP, en 32º, 432 pp. El término latino heliotropium significa “girasol”. En su librito de 1627, el asceta alemán Dresselio enseña que el camino más fácil para la santidad consiste en tener siempre los ojos vueltos al Sol eterno para cumplir su divina voluntad.

16 Sal 143(142),10: «Enséñame a cumplir tu voluntad, pues tú eres mi Dios».

17 «Momento (instante) del que depende toda la eternidad». San Jerónimo tiene en su Epistolario una frase parecida: «Un momento perdido es el precio de la eternidad».

18 Cf. Sal 100(99),3: «Él nos hizo y suyos somos». Pero el padre Alberione quiere resaltar que «Él nos hizo y no nosotros solos».

19 «Soy un hombre de la eternidad». No hemos conseguido identificar esta frase. Cafasso decía: «Por tanto, primeramente soy un hombre de eternidad. San Agustín llama a los cristianos principiantes, es decir, candidatos a la eternidad, Tirones æternitatis christiani, æternitatis candidati. Tertuliano llamaba al cristiano hombre hecho no para este siglo sino para el futuro: Christianus est homo non huius sed futuri sæculi» (G. CAFASSO, Meditazioni per Esercizi Spirituali al Clero, dir. G. Allamano, Tipografia Fratelli Canonica, Turín 1892, p. 164).

20 Los conceptos sobre el uso de las criaturas proceden de los Ejercicios espirituales de san Ignacio: “Principio y fundamento” - «El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado. De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar de ellas cuanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse de ellas cuanto para ello le impiden. Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados» (n. 23).

21 La frase completa es: «Scio et humiliari, scio et abundare ubique et in omnibus institutus sum: et satiari, et esurire, et abundare, et penuriam pati» (Flp 4,12). La traducción completa es: «Sé carecer de lo necesario y vivir en la abundancia; estoy enseñado a todas y cada una de estas cosas: a sentirme harto y a tener hambre, a nadar en la abundancia y a experimentar estrecheces».

22 Qo 1,2: «Vanidad de vanidades».

23 La frase completa es: «Quia fecisti nos ad te et inquietum est cor nostrum, donec requiscat in te - Porque nos hiciste para ti y nuestro corazón no se apacigua hasta que descanse en ti» (S. AGUSTÍN, Confesiones, I, 1).

24 Mt 13,45s: «El reino de Dios es semejante a un mercader que busca perlas preciosas. Cuando encuentra una de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».

25 Mt 13,44: «El reino de Dios es semejante a un tesoro escondido en el campo. El que lo encuentra lo esconde y, lleno de alegría, va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo».

26 1Cor 3,8. La frase completa es: «Unusquisque autem propriam mercedem accipiet secundum suum laborem - Cada uno recibirá la recompensa según su trabajo».

27 Cf. Flp 1,23. La frase completa es: «Desiderium habens dissolvi et esse cum Christo - Deseo la muerte para estar con Cristo».

28 Prov 16,4: «El Señor ha hecho todas las cosas para un fin».

29 «Puramente servil».

30 Cf. Rom 8,35: «¿Quién os separará del amor de Cristo?». El texto exacto es: «¿Quién nos separará...?».

31 Aquí en el original hay un término anticuado.

32 1Tim 1,17: «Al único Dios, honor y gloria».

33 Sal 39(38),5: «Dame, Señor, a conocer mi fin».

34 La frase debería ser: «Unus ne desperas, alter ne presumas - Por una parte no desesperar y por otra no presumir».

35 Cf. Jn 11,35: «Ego sum resurrectio et vita - Yo soy la resurrección y la vida».

36 Cf. Si 10,15: «Porque el principio de la soberbia es el pecado». La traducción de este paso (en la Vulgata es el v. 15, mientras en el texto hebreo es el v. 13) suele variar: “El pecador es aljibe de insolencia” (Biblia del Peregrino); “El origen del pecado es la soberbia” (Bover Cantera).

37 Dt 30,19. El texto completo, que comprende las dos citas, es: «Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida».

38 Cf. 2Cor 4,17. El texto completo es: «Id enim quod in præsenti est momentaneum et læve tribulationis nostræ, supra modum in sublimitate, æternum gloriæ pondus operatur in nobis - El peso momentáneo y ligero de nuestras penalidades produce, sobre toda medida, un peso eterno de gloria».

39 Mt 7,13-14. Estas dos frases latinas no están citadas literalmente. Significado: son pocos los que encuentran el camino que conduce a la vida. Son muchos los que entran por el camino que lleva a la perdición.

40 Sant 1,12. La frase completa es: «Beatus vir qui suffert tentationem, quoniam cum probatus fuerit, accipiet coronam vitæ - Dichoso el hombre que soporta la prueba; porque si la ha superado, recibirá la corona de la vida».

41 «¡Oh muerte, qué bueno es tu consejo!». Alusión a Si 41,2 (41,3 en la Vulgata), donde la frase cambia algo y tiene otro sentido: «O mors, bonum est iudicium tuum homini indigenti - ¡Oh muerte, bienvenida es tu sentencia para el hombre indigente!».

42 Mt 25,23: «¡Bien, criado bueno y fiel!».

43 Sant 1,12: «Dichoso el hombre que soporta la prueba; porque, si la ha superado, recibirá la corona de la vida». En la cita falta la última parte de la frase: «accipiet coronam vitæ».

44 Cf. Mt 13,24-30.36-43.

45 1Tes 5,2: «Como un ladrón por la noche».

46 Mt 24,44: «Estad preparados».

47 Ap 10,6: «Se acabó el plazo». Puede traducirse también con un matiz ligeramente diverso: «Ya no habrá demora» (Cantera-Iglesias).

48 Cf. Mt 20,15: «An oculus tuus nequam est quia ego bonus sum? - ¿O ves con malos ojos el que yo sea bueno?».

49 Sal 116(115),15: «Hermosa es a los ojos del Señor la muerte de sus fieles». La traducción actual tiene otro sentido más comprometido: «Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles».

50 Sal 34(33),22: «La muerte del criminal será horrorosa».

51 «Al menos sustancialmente».

52 Cf. DFst 83-85.

53 Cf. Heb 10,13: «¡Es terrible caer en las manos del Dios vivo!».

54 2Cor 5,10. La frase precisa es: «Ut referat unusquisque propria corporis, prout gessit sive bonum sive malum - Para que cada uno reciba lo que mereció durante su vida mortal, conforme a lo que hizo, bueno o malo».

55 Dan 7,10: «El tribunal se sentó y los libros se abrieron».

56 Cf. Mt 25,23: «Siervo bueno».

57 Mt 18,32: «Siervo malo».

58 Cf. Mt 18,8 y 25,41: «Fuego eterno».

59 Cf. Mt 25,46: «Vida eterna».

60 Cf. Mt 13,24-30.36-43.

61 Mt 13,48. La frase completa es: «Elegerunt bonos in vasa, malos autem foras miserunt - Recogieron en cestos los peces buenos y arrojaron los malos».

62 Cf. Mt 25,14-30.

63 Para comprender esta expresión, que se repite en DFst 44, es útil leer el paso siguiente de una plática del padre Alberione en 1936: «¿Es buena esta hermana? Esperad diez años a partir de la profesión perpetua, pues hay tres crisis: la primera a los quince años (ésta la superasteis antes de entrar en la vida religiosa); la segunda en el noviciado (muchas de vosotras la han superado también), la tercera viene después de cuatro o cinco años de profesión perpetua» (Santi Spirituali Esercizi, Istruzioni alle Maestre, octubre 1936, PSFSP, Roma-Alba, p. 6).

64 En el Cuaderno ms se encuentran, colocados antes de este título, 11 capítulos que en el libro impreso no hallaron sitio. Se pueden leer en el Apéndice, al final de este volumen, pp. 261-271.

65 Lc 19,10. La frase completa es: «Venit enim Filius hominis quærere et salvum facere quod perierat - El hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido».

66 Gén 1,26: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza».

67 Gál 4,19: «Hasta que Cristo sea formado en vosotros».