PRESENTACIÓN
La Introducción a este libro quiere facilitar la comprensión de DF poniéndolo en íntima relación con la vida y el pensamiento del padre Alberione y con el desarrollo de la naciente Familia Paulina.
Esta Presentación se propone trazar de forma sintética la estructura general de DF y ofrecer algunas consideraciones sobre el contenido de cada una de sus partes.
1. Estructura de Donec formetur Christus in vobis
Tanto en el manuscrito como en la edición impresa, el padre Alberione usa los términos parte y período para señalar la estructura de DF, pero siempre en relación con las tres vías: purgativa, iluminativa y unitiva.
Efectivamente, al anticipar el contenido de la vía purgativa afirma: «En la primera parte consideraré...» (DFst 15). Al final de esa parte, en cambio, escribe: «Conclusión del primer período, es decir, de la meditación de la teología del Padre» (DFst 36). Para indicar el fruto de la vía iluminativa asegura: «Este período debe traernos a Jesucristo» (DFst 37). Y concluye la vía iluminativa presentando La doctrina de san Pablo con el subtítulo «Conclusión de la II parte» (DFst 63). En la Conclusión general, finalmente, tanto la vía purgativa como la vía iluminativa se designan con el término partes (DFst 99).
El Índice de DF reproduce, todos en mayúsculas, los siguientes títulos: Preámbulo, Vía purgativa, Vía iluminativa, Vía unitiva, Medios de gracia, Apostolado de la prensa, Nociones útiles.
Surge pues la pregunta: ¿qué estructura tiene?; o sea, ¿de cuántas partes consta DF?
Para responder es decisivo hacer un análisis de los tres puntos de las Conclusiones (DFst 99-100) con las que el padre Alberione resume el recorrido descrito en la obra.
Aunque en el tercer punto de estas Conclusiones no se encuentra explícitamente la palabra parte, si tenemos en cuenta las referencias implícitas a toda la obra, resulta claro que las partes de DF son tres: teología del Padre-vía purgativa,
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teología del Hijo-vía iluminativa y teología del Espíritu Santo-vía unitiva.
Si el salto de la primera a la segunda parte no necesita clarificaciones especiales, la segunda y la tercera partes y la articulación entre ellas son más complejas.
Se afirma que la segunda parte tiene como fin la expresión «vivit vero in me Christus» (Gál 2,20) y se indica también su fruto: «Fruto de la segunda parte, las opciones: vocación o modo de seguirla, o punto particular» (DFst 99). Este mismo pensamiento se expresa en el Preámbulo: «Para el futuro: concluir con la renovación consciente y eficaz de las promesas del bautismo, o con la elección del estado de vida, o con el programa especial de nuestra salvación y santificación» (DFst 10).
Sólo un conocimiento profundo del itinerario de los Ejercicios ignacianos permite interpretar este tema de las opciones como fruto de la vía iluminativa,1 ya que en el trasfondo de las tres vías de DF se encuentra la dinámica de las cuatro semanas de los ejercicios: vía purgativa, la primera semana; vía iluminativa, la segunda y la tercera semanas; vía unitiva, la cuarta semana.2
Para el padre Alberione, encuadrar la indagación espiritual siguiendo el método místico propuesto por Krieg (cf. DFin 50), o sea, según las vías purgativa, iluminativa y unitiva, tiene la finalidad de unir estrechamente los elementos especulativo y vital y la dimensión práctica.
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Para evidenciar la estructura de DF es pues necesario considerar que las partes de esta obra no están yuxtapuestas: son expresión de un trabajo de síntesis o unificación tan del gusto del padre Alberione, que le lleva aquí a presentar un proyecto de enciclopedia sobre el divino Maestro inspirada en el ejemplarismo de Ernest Dubois.3
Obsérvese, en efecto, que además de las cuatro semanas de ejercicios, el padre Alberione elaboró su pensamiento desarrollándolo también de acuerdo con el proceso ternario circular, propio del ejemplarismo divino, según el cual la primera parte se considera como el principio, es decir, como
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el fundamento y la causa eficiente, la segunda como el medio o causa ejemplar y la tercera como término o causa final.
Si consideramos las tres vías como unificadas por un proceso dinámico, pueden reconsiderarse algunas afirmaciones de DF para dar un paso posterior en la interpretación de su estructura.
Al final del Preámbulo, el padre Alberione afirma: «Se formará así el hombre recto (purgativa), Jesucristo lo cambiará en cristiano (iluminativa) para llegar a ser sacerdote, religioso, santo por obra del Espíritu Santo (unitiva)» (DFst 16).
Este pensamiento lo desarrolla y clarifica posteriormente en este otro texto: «De aquí los tres grados de humildad: a) el primero depende de que todo lo hemos recibido de Dios en el orden natural (teología del Padre); b) el segundo, de que además somos pecadores y toda la pena humana es inadecuada para satisfacer por el menor de los pecados, por lo que fue necesaria la sangre de Jesucristo, cuyo valor es infinito (teología del Hijo); c) por tener que crearse una vida nueva, sacerdotal, religiosa, cristiana, se necesita continuamente al Espíritu Santo (teología del Espíritu Santo)» (DFst 28).
De estos textos se deduce que, si la elección del estado de vida es una experiencia que se sitúa en el ámbito de la vía iluminativa, su realización en la «vida nueva, sacerdotal, religiosa y cristiana» se verifica como expresión de la vía unitiva.
Se constata así la estrecha relación entre vía iluminativa y unitiva, de donde, más que como etapas nítidamente delimitadas, una después de otra, deben considerarse como dimensiones concomitantes, en ciertos aspectos, de un proceso inseparable.
Esta interconexión entre vía iluminativa y unitiva está expresada claramente en el contenido de DF, porque el inicio de las consideraciones sobre la teología del Espíritu Santo, o de la gracia, se encuentra en los capítulos dedicados a la meditación sobre Jesús vida (DFst 55ss.). Y podemos encontrar el fundamento de esta transposición en las afirmaciones sobre las obras que se atribuyen al Espíritu Santo: «a) El Hijo ha propuesto las verdades divinas; el Espíritu Santo las conserva, las hace comprender y usar. b) El Hijo ha obtenido la gracia readquiriéndola; el Espíritu Santo nos la aplica como santificación, comunicándola a cada uno» (DFst 68).
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Conviene añadir a estas afirmaciones lo que se dice sobre la gracia actual: «La gracia actual ayuda a realizar los actos por encima de la naturaleza: de verdadera penitencia, de fe, esperanza y caridad, de vida cristiana en los preceptos que sobrepasan la ley natural» (DFst 61).
Con lo considerado hasta aquí se explica la razón de que en DF las virtudes teologales y los estados de vida se traten en la vía unitiva. No obstante, antes de exponer la estructura completa de DF queda por analizar la colocación de los capítulos sobre la Iglesia, los sacramentos y el apostolado de la prensa.
Para aclarar estos puntos, además de la dinámica de las semanas de los ejercicios ignacianos y del proceso ternario inspirado en el ejemplarismo, es necesario tener en cuenta la línea de desarrollo de la historia de la salvación, constante en la visión del padre Alberione: «Dios quiere ser glorificado especialmente como bueno, y para demostrarlo ha realizado una difusión divina de bienes: a) en la creación de las cosas invisibles, de las cosas materiales, del hombre; b) elevando al hombre al orden sobrenatural, soportándolo, prometiendo y preparando los tiempos al Salvador; c) en la encarnación, vida y muerte del Salvador: con doctrina, ejemplos, reparación, Iglesia, sacramentos; d) con la efusión del Espíritu Santo en general en el mundo, en la Iglesia y en particular en cada alma» (DFst 61-62).
En esta descripción de la economía de la salvación, que incluye la creación, la elevación al orden sobrenatural, la encarnación, la redención y la santificación, podemos poner de relieve que la Iglesia y los sacramentos son instituidos por Cristo y actúan gracias a las efusiones del Espíritu Santo, según la eficacísima afirmación sobre los sacramentos: «Nacen en el Calvario, obran por el Espíritu Santo» (DFst 73).
Resulta por tanto claro el motivo de que la Iglesia y los sacramentos entren en la teología del Espíritu Santo o en la vía unitiva.
El tercer punto de las Conclusiones nos permite encontrar el lugar donde se inserta el texto sobre el apostolado de la prensa: «De tres modos se camina con Jesucristo: en el camino de los mandamientos, vida cristiana; en el camino de los consejos evangélicos, vida religiosa; en el camino del
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celo, vida de apostolado. [...] Por eso nuestro estudio es doble, para que se forme Jesucristo en nosotros. Cooperación con propósitos especiales y oración con la abundancia de las prácticas» (DFst 100).
El texto reanuda y completa las consideraciones sobre los estados de vida con el fin de señalar los rasgos de la vida paulina, siempre en el ámbito de la teología sobre el Espíritu Santo o vía unitiva.
Punto de importancia crucial es aclarar el sentido de la afirmación: «Por eso nuestro estudio es doble, para que se forme Jesucristo en nosotros». Este texto no empalma con la frase que sigue: «Cooperación con propósitos especiales y oración con la abundancia de las prácticas». Se refiere a los tres modos como «se camina con Jesucristo»: vida cristiana, vida religiosa, vida de apostolado. El estudio doble quiere pues decir que la vida paulina une la vida religiosa al camino del celo o vida de apostolado. De ahí que el padre Alberione, después de la parte Medios de gracia, que comprende el camino de los mandamientos y de los consejos evangélicos, introduzca el camino del celo a través de la parte dedicada al Apostolado de la prensa.
Nótese, finalmente, que en el itinerario trazado en DF todo converge hacia la vía unitiva: «Todo se realiza en el Espíritu Santo, porque del mismo modo que en la vida de Jesucristo, la vida de la Iglesia y la vida sobrenatural de las almas se comunica, se desarrolla, se perfecciona y se consuma en el Espíritu Santo» (DFst 100).
Además de las consideraciones hechas hasta aquí, es necesario distinguir, para sacar algunas conclusiones sobre la estructura de DF, entre estructura de la obra, estructura del texto y estructura del camino espiritual.
Por estructura de la obra se entiende la división en partes y en capítulos. Y se puede decir que DF se compone de cinco partes: Vía purgativa, Vía iluminativa, Vía unitiva, Medios de gracia y Apostolado de la prensa. A estas partes hay que añadir el Preámbulo y las Nociones útiles. Las partes, así como el Preámbulo y las Nociones útiles, están a su vez divididas en breves capítulos.
Por estructura del texto se entiende la división de los capítulos
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en epígrafes (generalmente numerados de uno a tres) y párrafos.
En cuanto a la estructura o dinámica del camino espiritual, DF está claramente compuesto por las tres etapas: vía purgativa, iluminativa y unitiva, que deben considerarse como fuente, medio y término del itinerario espiritual allí presentado.
Pero la vía unitiva consta a su vez de una triple articulación, que representa su fundamento, el medio y el fin. Efectivamente, el padre Alberione prefirió agrupar en un primer bloque breves alusiones a la teología del Espíritu Santo, los temas sobre la Iglesia y las virtudes teologales. Los bloques segundo y tercero reflejan las exigencias del estudio doble del que se ha hablado. Así, en el segundo bloque, titulado Medios de gracia, agrupó los temas sobre la vida cristiana y la vida religiosa. El tercer bloque presenta el camino que de manera especial atraía el interés del Fundador, es decir, el camino del celo o, para los paulinos y las paulinas, el apostolado de la prensa.
En base a todas estas consideraciones podemos afirmar que la elección, fruto de la segunda parte, adquiere su fisonomía verdadera en la tercera parte, o etapa, como santidad de vida (consejos evangélicos) y como misión apostólica (apostolado de la prensa). Se podría afirmar también que el camino espiritual (vía purgativa, iluminativa y unitiva) constituye la fuente o el fundamento; la vida religiosa, la aplicación, y la misión apostólica (apostolado de la prensa), el fruto de la formación paulina.
2. Contenido de Donec formetur Christus in vobis
Las clarificaciones sobre la estructura de DF, en cuanto obra, texto y dinámica del camino espiritual, nos permiten entrar de manera más consciente en el contenido de cada una de las partes de la obra.
a) Preámbulo
El análisis de la primera página del Cuaderno manuscrito de DF (= DFms) permite constatar una laboriosa redacción del comienzo del Preámbulo y ver que las referencias al noviciado son añadidos hechos en la última fase de la redacción.
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Sabemos, sin embargo, por la Introducción que el padre Alberione consideraba el itinerario de los ejercicios un punto de referencia tanto para los ciclos anuales de meditación cotidiana como para el período del noviciado.
El Preámbulo de DFst tiene de alguna forma una función parecida a la de las Anotaciones del librito de los Ejercicios de san Ignacio: las citas iniciales, en latín, abren, como si se tratara de un portal, el ámbito trinitario en el que se invita al ejercitante a unirse a la vida retirada de Jesucristo, a entrar en el cenáculo del Espíritu Santo con María Reina de los Apóstoles y a participar en la experiencia de san Pablo en el desierto. Se le llama a corresponder, como discípulo de Cristo camino, verdad y vida, a la acción santificadora del Espíritu, que es dialogal, es decir, gracia («Por una parte... gracia») que quiere respuesta («Por otra... cooperación») con una cooperación totalizadora, por medio de ejercicios hechos detalladamente y llegando incluso a santos excesos, hasta lograr la configuración con Cristo, o sea, a que se forme Cristo en nosotros.
Se alude a cinco escollos, los cuales, además de que puedan ser posibles obstáculos, ponen en claro las verdaderas disposiciones para hacer los ejercicios.
Siguen a continuación tres cuadros de referencia para la experiencia de los ejercicios espirituales. El punto de partida es la necesidad de descubrir la propia vocación o de renovar constantemente la elección del estado de vida (Necesidad). El estilo que debemos adoptar es el de Jesús de Nazaret (La escuela de Nazaret), y el ejercitante vive en su escuela las tres etapas del camino. La meta es la realización del proyecto de Dios (La clave de la vida), que introduce en el tiempo la vida que pasará los umbrales de la eternidad.
b) Vía purgativa
Es imprescindible considerar que la visión teológica global de todo el DF, pero especialmente de las tres vías, está expresada de forma sistemática en Lezioni di Teologia de Francisco Chiesa,4 que consideran la creación como obra referida, por
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atribución, a Dios Padre; la redención, como obra atribuida al Hijo; la santificación, como obra atribuida al Espíritu Santo.
El padre Alberione presenta la vía purgativa en 18 capítulos más una conclusión.
El primer capítulo ofrece una meditación sobre el ser humano delante de Dios: «¿Quién es Dios?... ¿Quién soy yo?». Siguen dos meditaciones sobre Dios Padre como creador y como providencia. Después de estas meditaciones se invita al ejercitante a hacer una verificación sobre la adhesión a Dios y a su voluntad.
A partir de la quinta meditación el ejercitante considera la creación del hombre y de todas las cosas y se le llama a ponerse en sintonía con el proyecto de Dios en el uso de todos los bienes por él recibidos,5 en la perspectiva del tiempo y de la eternidad. Después de una larga serie de ejercicios, llega el momento transformador de la reconciliación. Sigue una meditación que resume el camino trazado por el Padre, que envió a su Hijo como Maestro, y concluye con la perspectiva de continuar el camino hacia la santidad, que consiste en «encarnar a Dios en nosotros».
c) Vía iluminativa
DFst presenta la vía iluminativa en 26 capítulos, generalmente homogéneos, aunque algunos son más largos y tienen una estructura especial, gracias al recurso a los asteriscos para separar los párrafos.
El ejercitante se encuentra en el primer capítulo delante de Cristo y, para responder a la pregunta «¿me salvaré?», recurre a las parábolas evangélicas. Se trata de una semejanza evidente con el camino ignaciano, que propone en la segunda semana la parábola del reino. Y hasta se extiende esta semejanza a toda esta parte o período, ya que DFst presenta la meditación de los misterios de la vida de Cristo camino, verdad y vida a partir de la encarnación.
Especialmente significativa es la oración Al Maestro divino, inspirada en la expresión paulina me lanzo adelante, es
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decir, a intentar incansablemente un crecimiento continuo. Esta oración pude considerarse como correspondiente con la oración de ofrecimiento de la segunda semana de los ejercicios de san Ignacio, inspirada en el principio dinámico ignaciano de siempre más y siempre mayor (magis o ad maiorem).6
El desarrollo de la vía iluminativa sigue el itinerario indicado en el portal, después del título de la oración: «Maestro, tu vida me traza el camino; tu doctrina confirma y alumbra mis pasos; tu gracia me sostiene y me apoya en el camino hacia el cielo» (DFst 39).
Efectivamente, los capítulos sobre Jesús camino proponen la contemplación de los misterios de la vida de Cristo («tu vida me traza el camino»): nacimiento, vida privada, entrada en la vida pública, vida pública. Se considera a Cristo como camino de los jóvenes y modelo para discernir la voluntad de Dios y cumplirla.
Los capítulos dedicados a la contemplación de Jesús verdad («tu doctrina confirma e ilumina mis pasos») le presentan como el Maestro y proponen la adhesión a él a través del crecimiento en la sagrada Escritura, el estudio de la misma y el seguimiento de la Tradición.
Finalmente, los capítulos dedicados a Jesús vida, después de la contemplación del camino regio de la santa cruz, le presentan como comunicador del Espíritu y de la gracia («tu gracia me sostiene y guía en el camino del cielo») mediante el misterio pascual, de muerte y resurrección y pentecostés. Se concede especial atención al empeño en corresponder a la gracia con la oración y a dejarse transformar la mente, el corazón y la voluntad por obra de la gracia medicinal. La etapa finaliza con un resumen de la historia de la salvación, entendida como difusión de la bondad divina, y con una síntesis del camino espiritual a la luz de las enseñanzas de san Pablo.
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d) Vía unitiva
En el examen de la estructura de DFst hemos notado que la vía unitiva, desde el punto de vista de la dinámica del camino espiritual, comprende también las partes sobre los Medios de gracia y el Apostolado de la prensa.
En cuanto a la estructura de la obra, la parte que se titula Vía unitiva comprende, como hemos visto, algunas alusiones a la teología del Espíritu Santo, las meditaciones sobre la Iglesia y sobre las virtudes teologales.
Desde el punto de vista de la experiencia de los ejercicios espirituales conviene poner de relieve que estas meditaciones están destinadas a caracterizar la vida en el Espíritu como don y fuerte compromiso de comunión y participación, expresiones del sentire cum Ecclesia. Este tramo del camino puede resumirse como vida en Cristo y en la Iglesia: en Cristo verdad, camino y vida, y en la Iglesia, que es verdad, camino y vida. Por lo que la adhesión a la Iglesia requiere: «a) fe en sus doctrinas; b) obediencia a sus leyes; c) amor a lo que ama y le interesa» (DFst 68).
e) Medios de gracia
El contenido de esta parte refleja la evidente centralidad de la Eucaristía, entendida como misa, comunión y visita. El ejercitante es conducido a vivir la vida sacramental y la vida de oración alimentándose de Cristo verdad, camino y vida. Y la vida cristiana plasmada con esta propuesta nueva, o método verdad-camino-vida, puede marcar con su impronta todo estado de vida, especialmente la vida paulina, llamada a ser para el mundo, a través de los consejos evangélicos y el apostolado de la prensa, manifestación de Cristo Maestro, camino, verdad y vida.
f) Apostolado de la prensa
Es necesario considerar el contenido de esta parte sobre el apostolado de la prensa a la luz de la Introducción de esta edición y en la óptica de los artículos publicados, contemporáneamente con DFst, en los periódicos de la Casa y sucesivamente recogidos en la obra Apostolado de la prensa.7
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El análisis de dicho volumen permite ver más claramente las relaciones de esta quinta parte con las demás de
DFst, así como integrar su contenido, especialmente en lo concerniente a los aspectos de Cristo camino, verdad y vida y la consagración religiosa paulina, que se caracteriza por su sentir con san Pablo por las almas
8 y por su devoción a María, madre, maestra y reina del apostolado de la prensa.
g)
Nociones útilesA partir de las
Virtudes teologales, estas
Nociones útiles tratan de la vida en el Espíritu y de las
Normas para los ejercicios espirituales y para el noviciado.Las consideraciones del padre Alberione sobre la vida en el Espíritu siguen una precisa y bien estructurada visión de la acción de la gracia. La caridad, al difundirse en los corazones por obra del Espíritu Santo, realiza tres funciones: ilumina con los siete dones del Espíritu, aviva con los doce frutos del Espíritu y transforma con las ocho bienaventuranzas.
9Las normas para los ejercicios espirituales, señaladas como válidas para el noviciado, muestran la visión alberoniana de los ejercicios espirituales y permiten comprender que, en su interpretación, esos ejercicios, para que produzcan la abundancia «inmensa de gracia y luz» (
DFst 106), deben ser guiados preferiblemente de forma personalizada.
ANTONIO F. DA SILVA
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1 Cf. A. F. DA SILVA, Il cammino degli Esercizi Spirituali nel pensiero di Don Giacomo Alberione, CSP, Casa del Divino Maestro, Ariccia 1981, pp. 54-63; A. F. DA SILVA, Cristo Via, Verità e Vita centro della vita, dell’opera e del pensiero di don G. Alberione, en AA.VV., L’eredità cristocentrica di don Alberione, EP, Cinisello Balsamo (Milán) 1989, pp. 263-271; P. SCHIAVONE, Gesù Maestro Via, Verità, Vita e gli Esercizi Ignaziani, en Ibid., pp. 340-381.
2 El padre Alberione comienza su ministerio de director espiritual del seminario de Alba tratando el tema de la meditación. En la primera meditación dictada a los seminaristas afirma ya: «Haremos los ejercicios a lo grande: vía purgativa (odiar el pecado), vía iluminativa (virtudes de Jesucristo), vía unitiva (los premios)» (S. ALBERIONE, LV02, 27 de octubre de 1908, p. 1). Al día siguiente concluye la reflexión sobre el tema de la meditación presentando la dinámica de las cuatro semanas de ejercicios y usando las expresiones de la fórmula tradicional: «Deformata reformare, reformata conformare, conformata confirmare, confirmata transformare» (S. ALBERIONE, LV02, 28 de octubre de 1908, p. 1).
3 Conviene recordar que la redacción definitiva de DF tuvo lugar al mismo tiempo que la publicación de Lezioni di Teologia de Francisco Chiesa. Estas lecciones están inspiradas de manera especial en el ejemplarismo divino de Ernest Dubois, punto de referencia fundamental para entender el horizonte trinitario de toda la enseñanza del padre Alberione.
Léase, por ejemplo, lo que escribe Dubois para explicar su concepto de enciclopedia: «Por otra parte, como la primera causa eficiente, ejemplar y final es el principio, el medio y el término de todos sus efectos, es necesario que estos efectos partan de ella, avancen según el entorno de la misma y vuelvan a ella, para que de este modo sean llevados hasta el final en forma circular. Pues todo movimiento que vuelve a su principio no haciéndolo en línea recta, sino avanzando alrededor del mismo medio, o centro, es un movimiento circular que avanza en la medida que vuelve, se acerca a su principio y termina cuando el círculo concluye alcanzando el mismo principio.
Pues bien, la Trinidad divina es el primer principio, medio y causa ejemplar y fin último del movimiento gradual de todas las cosas creadas, las cuales son conducidas a su término imitando de diversos modos su única forma y acercándose más o menos a su semejanza, y encuentran su bienaventuranza en la propia y auténtica perfección.
Por tanto, la doctrina que enseña este divino movimiento de las cosas es necesariamente enciclopédica, por estar ordenada como principio, medio y fin por Dios, según y en torno a Dios y hacia Dios. Esta es la genuina enciclopedia (en kuklo paideia), es decir, disciplina en círculo, que puede muy acertadamente imaginarse con círculos geométricos, como hemos hecho en el Apéndice del tomo II, donde tratamos el orden trino de perfección de todas las cosas.
Por consiguiente, los pseudofilósofos del siglo XVIII honraron erróneamente con el término enciclopedia la material e informe mole de todo el saber, que agruparon sin otro orden que la sucesión de las letras del alfabeto y sin ninguna relación con la perfección ejemplar central de la forma divina, según la cual todas las cosas están formadas, y las deformadas se reforman y transforman» (E. DUBOIS, De Exemplarismo divino, seu doctrina de trino Ordine esemplari et de trino rerum omnium ordine exemplato, in-4º, Cuggiani, t. I, 1899, p. XI).
4 Cf. Testimonianza di Mons. Natale Bussi, en AA.VV., L’eredità cristocentrica di don Alberione, o.c., pp. 397-410.
5 Cf. DFst 23. Se trata de la decisión de ofrecerse uno mismo a Dios, inspirada en el principio y fundamento de los ejercicios ignacianos, interpretado en clave paulina.
6 «Eterno Señor de todas las cosas, yo hago mi inmolación con vuestro favor y ayuda, delante de vuestra divina bondad, y delante de vuestra Madre gloriosa y de todos los sanctos y sanctas de la corte celestial, que yo quiero y deseo y es mi determinación deliberada, sólo que sea vuestro mayor servicio y alabanza, de imitaros en pasar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza, así actual como spiritual, queriéndome vuestra santíssima majestad elegir y rescibir en tal vida y estado» (IGNACIO DE LOYOLA, Ejercicios espirituales, n. 98).
7 S. ALBERIONE, Apostolato Stampa, PSSP, Alba 1933.
8 S. ALBERIONE, Apostolado Stampa, o.c., pp. 32-33.
9 «Las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad, en cuanto hábitos, son un camino y una determinación de la gracia santificante, y en cuanto actos, una especie de las gracias actuales de ilustración, de afecto y de inspiración. La gracia se abre posteriormente en los siete dones del Espíritu Santo, que se pueden considerar como las siete virtudes naturales vivificadas por la gracia, es decir, sobrenaturalizadas o dirigidas al logro de la vida eterna.
Los dones del Espíritu Santo juntamente con las virtudes teologales producen ciertos efectos maravillosos que se llaman frutos del Espíritu Santo. Estos, según el apóstol san Pablo, son doce y corresponden a las exigencias del ordenamiento del alma humana en sí misma y a las cosas que están fuera de ella, encima, debajo o colateralmente.
Finalmente, la gracia tiene una admirable manifestación en las ocho bienaventuranzas evangélicas, que son como actos con los que se combaten las falsas bienaventuranzas del mundo y con las que se puede disfrutar ya en este mundo de cierta felicidad, preludio de la felicidad perfecta de la vida futura» (F. CHIESA, Introduzione all’Ascetica, Alba-Roma 1929, pp. 163-164).