Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

Haga una búsqueda

BÚSQUEDA AVANZADA

NOCIONES UTILES
Virtudes teologales

Fe es la virtud teológica infundida por Dios, mediante la cual, apoyándonos en la autoridad de Dios revelador, creemos en las verdades que Él nos ha revelado y su Iglesia nos propone para creer.
Esperanza es la virtud teológica infundida por Dios, mediante la cual, con confianza cierta y con la ayuda de Dios, esperamos la bienaventuranza y los medios de conseguirla.
Caridad es la virtud teológica, mediante la cual amamos a Dios por sí mismo y a nosotros mismos y al prójimo por Dios.

Los siete dones

Inteligencia: don del Espíritu Santo por medio del cual nuestra inteligencia se eleva
101
a comprender las verdades eternas y sobrenaturales, con la acción del Espíritu Santo.
Sabiduría: don del Espíritu Santo por el cual referimos a Dios todas las cosas, aun las más pequeñas y materiales.
Ciencia: don del Espíritu Santo por el cual aplicamos una verdad espiritual a cosas particulares.
Consejo: don del Espíritu Santo por el cual en cada una de nuestras acciones actuamos según el beneplácito de Dios.
Piedad: don del Espíritu Santo por el cual referimos todas nuestras acciones a Dios, fin último.
Fortaleza: don del Espíritu Santo por el cual combatimos nuestras pasiones y nos esforzamos en adquirir el bien.
Temor de Dios: don del Espíritu Santo por el cual temperamos nuestras inclinaciones naturales.

Frutos del Espíritu Santo
En nosotros

Caridad, por ella se perfecciona todo el edificio espiritual, amando a Dios sobre todo y todo por Dios.
102
Gozo, es el deleite que nace de la caridad, es decir, de saber que se ama a Dios.
Paz, es fruto del gozo perfecto, es decir, de conocer que se posee a Dios, único y sumo bien.
Paciencia, procede del conocimiento de que Dios será nuestro bien único y eterno, por lo cual se soportan de buen grado las dificultades de esta vida.

Con el prójimo

Benignidad: reconociendo a Dios en el prójimo, tratamos a éste con miramiento y suavidad.
Bondad: se trata al prójimo refiriéndose a Dios, haciéndose así semejantes a Dios, que trató y trata al hombre con gran bondad.
Longanimidad: se perdonan con mucha facilidad las ofensas.
Mansedumbre: reprimimos nuestra ira.
Fidelidad: mantenemos nuestras promesas.

Nosotros en relación con el exterior

Modestia: controla todo nuestro exterior.
Continencia: controla nuestras inclinaciones naturales.
103
Castidad: controla especialmente nuestros sentidos.

Las bienaventuranzas1

1. Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de Dios.
2. Dichosos los afables, porque ellos heredarán la tierra.
3. Dichosos los afligidos, porque ellos serán consolados.
4. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
5. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
6. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
7. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
8. Dichosos los perseguidos por ser justos, porque de ellos es el reino de Dios.

[DFin 164. 165. 194-198] Normas para los ejercicios espirituales y para el noviciado

1. El secreto del éxito en los ejercicios y el noviciado, que es2 un largo curso de ejercicios espirituales, consiste especialmente en la capacidad que tienen para
104
dirigir las personas elegidas y que participan en él, en el esmero para establecer el tiempo y determinar el horario; en los medios de mortificación y la soledad, en las personas que guían las prácticas de piedad y especialmente en la dirección pormenorizada, sabia, prudente y santa de cada alma en particular.
2. Conviene que haya un número limitado de personas, que tengan las mismas necesidades y sean de la misma condición. Es fácil guiar bien si son pocas y conseguir fruto para cada una cuando se puede establecer un fin bien determinado para los ejercicios espirituales, por ejemplo la elección de estado, el ordenamiento de la vida, etc. Es necesario un tiempo libre de preocupaciones, edad apta, duración máxima conveniente. El horario se establecerá de manera que comprometa a todas las fuerzas del espíritu y del cuerpo para el alma, pero que no supere las propias fuerzas. Ayuda especialmente la sucesión fácil y variada de las ocupaciones: oración mental, vocal o canto, reflexiones, lecturas, exámenes, escritura, descanso, etc. Pero se exige mucho silencio: «Fuge, tace, quiesce».3 Conviene que el lugar sea lo más solitario posible.
3. La dirección espiritual se realiza de dos maneras: general, indicando en los avisos
105
y pláticas las reflexiones, actos piadosos, etc., que deben hacerse según las disposiciones interiores, el atractivo de la gracia divina, el desarrollo de los ejercicios espirituales, etc.; particular, porque escuchando y guiando de cerca a cada alma en particular se aplica la gracia y la luz de los ejercicios a cada uno. Cada cual, pues, se abrirá y escuchará frecuentemente al guía espiritual.
106

1 Mt 5,3-10.

2 En DFst el verbo está en plural: “son” en vez de “es”.

3 «Huye, calla, practica la soledad». Es probable que el padre Alberione tuviera presente lo que decía Cafasso: «Termino con el aviso que daba san Arsenio a quien quería sacar provecho espiritual: “fuge, tace, quiesce”: huye, retírate y calla...». (G. CAFASSO, Meditazioni per Esercizi Spirituali al Clero, dir. G. Allamano, Tipografia Fratelli Canonica, Turín 1982, p. 26). Arsenio era un padre del desierto, nacido en Roma hacia el 354 y muerto en Tura (Egipto) en el 499 aproximadamente. En el n. 2 de sus “apotegmas” o “máximas” se lee: «Habiéndose retirado a la vida solitaria, siguió orando con las mismas palabras (cf. Mt 26,44) y oyó una voz que le dijo: Arsenio, huye, calla, practica la soledad». De esta actitud procede la posibilidad de no pecar (cf. Vita e detti dei Padri del deserto, dir. Luciana Mortari, Città Nuova Editrice, vol. I, 1975, p. 97).