Beato Santiago Alberione

Opera Omnia

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7. «Soldado de Cristo»
(2Tim 2,3)*

«Como fiel soldado de Cristo Jesús, no te eches atrás a la hora de las penalidades» (2Tim 2,3). «Os pido que os hagáis fuertes, unidos al poder irresistible del Señor. Utilizad todas las armas que Dios os proporciona, y así haréis frente con éxito a las estratagemas del diablo. Porque no estamos luchando contra hombres de carne y hueso, sino contra las potencias invisibles que dominan en este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal habitantes de un mundo supraterreno. Por eso es preciso que empuñéis las armas que Dios os proporciona, a fin de que podáis manteneros firmes en el momento crítico y superar todas las dificultades sin ceder un palmo de terreno. Estad, pues, listos para el combate: ceñida con la verdad vuestra cintura, protegido vuestro pecho con la coraza de la rectitud y calzados vuestros pies con el celo por anunciar el mensaje de la paz. Tened siempre embrazado el escudo de la fe, para que en él se apaguen todas las flechas incendiarias del maligno. Como casco, usad el de la salvación, y como espada, la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios» (Ef 6,10-17).
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a) «Estamos en lucha, empuñad las armas de Dios»: Como hombres, como cristianos, como sacerdotes: tres estados de lucha. «El Hijo de Dios vino para aniquilar la obra del diablo» (Jn 3,8).
En los tres estados hay que combatir.
Más en el estado sacerdotal; no es posible una vida sin lucha; y hoy es más necesaria aún.
Jesucristo tuvo que luchar. Pablo tuvo que luchar.
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b) Las armas no son ni carnales ni pura mente naturales, sino sobre todo espiritua les: la fe, la oración, la caridad. No bastan la ciencia, el arte, el partido, el deporte, la fuerza... Se necesitan:
- «La espada del Espíritu, es decir, la palabra de Dios»: sembrar ideas justas, claras, siempre, cuando se predica y cuando se escribe. El luchador, especialmente si es sacerdote, manténgase en la verdad y sinceridad; combatir únicamente el auténtico error y el auténtico vicio; pero decir siempre la verdad, con sencillez, doquier.
- «La coraza de la rectitud»: el luchador sea santo, irreprensible, justo con todos, incluso con los adversarios.
- «El celo por anunciar el mensaje». Nada de susceptibilidades, envidias o respetos humanos; ni tampoco lisonjas o reproches dobleguen al sacerdote.
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c) «Tened siempre embrazado el escudo de la fe»: esté siempre con las claras doctrinas de la Iglesia; con las enseñanzas del evangelio; de parte de lo verdadero y de lo justo.
«Usad, como casco, el de la salvación». El yelmo cubre la cabeza: ¡nada de pensamientos desalentadores!
«Y todo esto hacedlo orando y suplicando sin cesar». Es el arma más poderosa. Sin ella cualquier fatiga es inútil; con ella cualquier esfuerzo se asegura la intervención de Dios.
¿Me encuentro entre los viles? ¿entre los obstinados?
Debo ser como Pablo: «aunque un ángel venido del cielo...» (Gal 1,8)*30; apela a César31...; acogotado en un sitio, reemprende en otro...32.
«He competido en noble lucha» (2Tim 4,7)*.
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A Jesús Maestro

«Felices los que sufren persecución por ser justos y buenos» (Mt 5,10).
«Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian» (Lc 6,27)33.
«Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador» (Sal 17,3).
«Te basta con mi gracia» (2Cor 12,9).
«No tengáis miedo, pequeño rebaño, que es voluntad de vuestro Padre daros el reino» (Lc 12,32).
Las armas espirituales son aptas para todo éxito: «capaces de echar abajo cualquier fortaleza y de poner en evidencia toda suerte de falacia o de altanería que orgullosamente trate de hacer frente al conocimiento de Dios; capaces también de someter a Cristo todo pensamiento» (2Cor 10,4-6)34.
Vencerme a mí mismo a cada momento, con una obstinada lucha contra los sentidos.
Vencer el mal con el bien sembrado en los ejemplos, en la predicación, con paciencia.
Vencer el error con la oración, el estudio, las ediciones más numerosas. «Sed fuertes en la fe y en la humildad»35.
Bendíceme, Jesús. Rosario, miserere.
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30 La frase de Pablo arguye una defensa tenaz de «su evangelio»: «Sea quien sea -yo mismo o incluso un ángel del cielo- el que os anuncie un evangelio diferente del que yo os anuncié, ¡caiga sobre él la maldición!» NdT.

31 Ver He 25,10 NdT.

32 Se alude a la formidable «hoja de servicios» que presenta Pablo en 2Cor capítulos 10, 11 y 12; y más directamente a las disposiciones de Pablo, cuando en la misma carta (4,8) dice: «Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan...». NdT.

33 Alberione cita aquí el paso paralelo de Mt 5,44; pero el concepto es el expresado en Lucas. NdT.

34 También aquí cita confundidamente Alberione: 2Cor 5,3; sin duda mezcló dos citas de Cohausz en una misma página.

35 Esta frase resume el contenido de varios versículos escritu-rísticos, véase 1Cor 16,13; Eclo 45,4; Heb 11,34; 1Pe 5,9. NdT.