Beato Santiago Alberione

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LA PROVIDENCIA

Nota introductiva

En el San Paolo de enero de 1953 aparecía este breve opúsculo con el título La Providencia en las Familias Paulinas, repropuesto más tarde en la recopilación de 1954 con el título simplificado La Providencia y algunas variantes en el orden de los párrafos.
Como se notará, el texto presente trata algunos temas de gran actualidad y concreción, desarrollados en el opúsculo
El trabajo, publicado un año después (enero de 1954) aunque en este volumen aparece antes.
El concepto de Providencia incluye dos elementos conectados: la previdencia (Dios ha hecho al hombre para el cielo y para su glorificación), y el gobierno del mundo (Dios efectivamente todo lo dirige con sabiduría y bondad, especialmente al hombre, hacia un fin); excluida la doctrina de la Providencia, la vida pierde todo sentido...
Para cualquier persona humana, particularmente para los Institutos religiosos, «el Señor dispone los medios, y la Providencia se nos manifiesta en el espíritu, en el estudio, apostolado, pobreza...».
La obra de la Providencia puede constatarse ante todo por la abundancia de los medios espirituales: sacramentos, celebraciones, adoraciones, predicación, dirección espiritual, trabajo interior...; pero también en las múltiples riquezas humanas, talentos, dotes adquiridas con el estudio y la práctica, que constituyen el capital más productivo para cada religioso.
El secreto gracias al cual la Providencia ha obrado más vistosamente en la Familia Paulina es el Pacto o Secreto del éxito: lo que se necesita para realizarlo es «la fe de obtener, e imitar las disposiciones para recibir».
En el terreno práctico, he aquí un pensamiento-guía para todos: «Fundar la parte económica en el apostolado; en segundo lugar, recurrir a los Cooperadores». Como orientación general, «el Paulino vive de su apostolado y destina las ofertas-limosnas y donaciones para las obras nuevas, casas, maquinaria, vocaciones, iglesias, comienzo de publicaciones pasivas, etc.». El verdadero obstáculo a la Providencia es el pecado.
De todos modos es indispensable que, particularmente los superiores, sepan conjugar bien Providencia y buen gobierno. «Para establecer una Casa se necesita un santo; pero para gobernarla se necesitan dos: o mejor, un hombre doblemente santo», escribía el beato Timoteo Giaccardo.
Son de notable interés los temas más directamente conectados con la misión específica de la Familia Paulina: la responsabilidad del trabajo; el uso apostólico de los medios; la fe constante en la ayuda de lo alto; el aporte de los Cooperadores; la atención siempre despierta a la administración económica...: todo ello resumido en el lema «imitar a Dios».

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LA PROVIDENCIA

1. PRINCIPIOS

1) Filosofía y Teología tratan el argumento de la Providencia; y sólo completándose entre ellas razón y revelación, se puede tener una solución enteramente satisfactoria; igual que sólo completándose voluntad y gracia se puede lograr la santidad cristiana y religiosa.
El pesimismo, el fatalismo, el casualismo, el deísmo (Voltaire), creer en un ciego destino... dependen de la falta de fe en la Providencia y a la vez de falta de razón. El optimismo sereno y confiado, para el mundo y su historia en general y para cada alma, está siempre justificado por la revelación. Cada cosa y cada acontecimiento se ven en una luz buena: todo está guiado, dispuesto o permitido por una mente divina y por una voluntad paterna, amantísima.
2) El concepto de Providencia incluye dos conceptos diversos, pero conectados: la previdencia y el gobierno del mundo. La previdencia: Dios ha hecho al hombre para el cielo y para su glorificación,1 dotándole de los medios necesarios: «La preordenación de las cosas al propio fin, en Dios se llama Providencia» (Sto. Tomás).2 En cambio con el gobierno Dios, en lo que le concierne, efectivamente todo lo dirige al fin con sabiduría y bondad, especialmente al hombre: «La ejecución de tal plan se llama gobierno».3
3) Excluida la doctrina de la Providencia, la vida pierde todo sentido y se convierte en un proceder ciego a merced de las fuerzas físicas y de la malicia de los hombres. En cambio, cuando la fe en la Providencia es viva, el sentido de toda la historia humana es bien definido, elevado, profundo, pues todo lo conduce y hace converger Dios, y no un sucederse o retorcerse de pasiones e intereses individuales. Enséñese bien la Historia, a la luz de la razón y de la fe.
4) Por la fe en la Providencia se descubre a Dios que cuida de las cosas grandes y pequeñas: desde el átomo, el cabello de la cabeza, el lirio del prado hasta el desarrollo del mundo físico, intelectual, moral; desde la creación a la consumación; la vida está alegrada por una luz que procede de la eternidad, del juicio universal y de la seguridad de una justicia eterna.
¡Cuántos razonamientos se hacen sin el uso de la razón y sin la luz del Evangelio y del Crucifijo!
5) Dios predispone cada cosa para un fin y realiza infaliblemente el verdadero designio: nada hay de ciego, imprevisto o no advertido; a todo se le hace servir al fin divino. «[La Sabiduría creadora] alcanza con vigor de extremo a extremo y gobierna el universo con acierto».4 Es preciso que nosotros nos inclinemos amorosamente al querer de Dios, ¡porque sólo eso es siempre nuestro bien! ¡Este «fiat voluntas tua»5 es todo gozo y plena prudencia! Sobre cada hombre Dios tiene un designio particular, con gracias particulares, y secundándolo se cumplirá su plan y se logrará nuestra felicidad.
Si el hombre se rebela, Dios conseguirá igualmente su fin, ¡pero el hombre no! Los condenados glorifican la justicia de Dios; pero son infelices para siempre.
Toda la santidad consiste en comprender la divina Sabiduría y en el incesante «fiat».
¡Fiarse de Dios! ¡Él es siempre Padre! Así le llamaba Jesucristo aun en el colmo de sus sufrimientos: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46).
6) Jesucristo, fundando la Iglesia sociedad perfecta,6 le dio un fin sobrenatural, el mismo fin por el que él se encarnó, y le asignó los medios sobrenaturales.
Proporcionadamente, en modo análogo, hay que pensar de las partes de la Iglesia, por ejemplo de los Institutos religiosos, como la Pía Sociedad de San Pablo. Ésta tiene sus fines que conseguir; el Señor dispone los medios, y la Providencia se nos manifiesta en el espíritu, el estudio, apostolado y pobreza. Ello significa que el Señor da las gracias para la santificación, para adquirir las ciencias necesarias, para útiles ediciones, para el mantenimiento de las personas y de las obras.
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2. ABUNDANCIA DE MEDIOS

Hay en la Pía Sociedad de San Pablo un conjunto de prácticas devotas: quien las cumple in spíritu et veritate7 puede alcanzar la santidad. Los sacramentos, las misas, los rosarios, las adoraciones, los exámenes de conciencia, la predicación, la dirección espiritual, el trabajo interior, etc. son los medios providenciales que hay en el Instituto, dados con abundancia. No cabe duda de que con ellos se puede alcanzar la santidad. El Señor será pródigo en consuelo, luz y aliento con quien se aplica a usarlos bien. El abandono total o parcial de las prácticas de piedad significa cerrar la mano a la Providencia y abrírsela al pecado, a la tristeza, al cansancio de la vida religiosa, o | peor. En cambio, a la generosidad del alma corresponderá una creciente misericordiosa generosidad del Padre celestial.
En la correspondencia a la gracia y en el buen uso de los medios de santificación se formaron religiosos y religiosas ejemplares por observancia y sacrificio, siempre dispuestos a servir al Señor y la Congregación. Recordemos a los difuntos que dejaron de sí una memoria edificante y cuyo nombre es bendito.

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El que se aplica con empeño en el estudio, sea enseñante o alumno, y aprovecha de toda ocasión para aprender, será favorecido por el Señor, tendrá gracia para entender bien, para retener, para comunicar con fruto el saber: ¡Providencia en la ciencia, para que cada cual sepa cuanto se requiere en su estado! Así se formaron buenos maestros y escritores, que ya han dado frutos satisfactorios, licenciados y doctorados relativamente en buen número.

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El Señor dará la palabra al evangelizador, dice la Escritura.8 Él hablará por su boca; el fruto dependerá de la gracia, después de haber cumplido la preparación posible y si obra con humildad y caridad. Hay una estupenda Providencia para quien ejerce con celo los apostolados de la palabra y de las diversas ediciones. Predicadores y escritores, aun de no grandes dotes, obran eficazmente en las almas y en la sociedad.
El apostolado que va desarrollándose con inteligencia, amor y frutos palpables, es signo de que tiene raíz sana. Prensa, cine, radio según el espíritu paulino, con vivo apego a la Iglesia, por la gloria de Dios y la paz de los hombres, en rápido progreso.

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Hay luego una Providencia para quien busca el reino de Dios y su justicia: todo lo demás (vestido, alimento, vivienda, medios de apostolado, salud, etc.) se da por añadidura. Dios no provee a los religiosos paulinos sólo el pan, sino también los medios de apostolado, las vocaciones, los campos de actividad, los oficios para el despliegue de los talentos de cada uno...
El Instituto, nacido sin ningún fondo económico, viviendo en espíritu de pobreza, siempre ha tenido la ayuda de Cooperadores generosos y fieles; ayudas que varias veces superaron los límites ordinarios, procedentes de una Providencia especial: el Padre celeste, que da plumas y nido al pájaro, que viste a los lirios del campo, que cuenta hasta los cabellos de la cabeza, que socorre a quien tiene fe y le ruega, da siempre lo necesario, quizás al último momento, pero a tiempo y sin lo superfluo. Vale siempre el «Buscad primero que reine su justicia, y todo eso se os dará por añadidura» [Mt 6,33].
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3. SECRETO DEL ÉXITO

Es preciso, empero, tener la fe de obtener y buenas disposiciones para recibir. Para ello está el Pacto o Secreto del éxito, que se rezará al menos una vez a la semana:
«Jesús Maestro, acepta el pacto que te presentamos por manos de María, Reina de los Apóstoles, y de nuestro padre san Pablo.
Nosotros hemos de corresponder a tu altísima voluntad, llegar al grado de perfección y gloria celestial a que nos has destinado y ejercer santamente el apostolado de los medios de comunicación social. Pero nos vemos debilísimos, ignorantes, incapaces, insuficientes en todo: en el espíritu, en la ciencia, en el apostolado, en la pobreza. Tú en cambio eres el Camino y la Verdad y la Vida, la resurrección, nuestro único y sumo bien. Confiamos sólo en ti que has dicho: Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo obtendréis.
Por parte nuestra, prometemos y nos obligamos a buscar en todo y de corazón, en la vida y en el apostolado, sólo y siempre, tu gloria y la paz de los hombres. Y contamos con que de parte tuya te dignes darnos un espíritu bueno, gracia, ciencia, medios para hacer el bien. Multiplica, según tu inmensa bondad y las exigencias de nuestra vocación especial, los frutos de nuestro trabajo espiritual, de nuestro estudio, de nuestro apostolado, de nuestra pobreza. No dudamos de ti, sino que tememos nuestra inconstancia y debilidad.
Por eso, oh Maestro bueno, por intercesión de nuestra madre María, trátanos con la misericordia usada con el apóstol Pablo, para que, fieles en imitar a este nuestro padre en la tierra, podamos ser sus compañeros en la gloria del cielo».9
En esta plegaria:
1) Glorificamos la bondad de Dios por nuestra vocación especial;
2) confesamos nuestra insuficiencia en todo;
3) estrechamos un pacto con Dios, obligándonos a buscar siempre y sólo su gloria y la paz de los hombres; Dios ya se ha obligado antes a darnos cuanto nos sea necesario.
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4. «[EL] COOPERADOR PAULINO» Y LOS COOPERADORES

He recibido en estos días varias ediciones, en diversas lenguas, con varios títulos, pero siempre encaminadas a promover la cooperación de oraciones y de obras con la Familia Paulina.
En cada nación es utilísimo, como utilísima es desde otro punto de vista «Vida Pastoral».10 En una misma nación habrá una sola edición del «Cooperador Paulino», aunque cada casa podrá publicar, por necesidades especiales, alguna circular o una hojita propia; los superiores se pondrán de acuerdo.
No se considere Cooperador sólo a quien ofrece dinero; sino en primer lugar quien ofrece sus oraciones y quizás parte de su vida por la Familia Paulina (tuve a quien no sólo hizo esa oferta, sino que vi cómo el Señor la aceptó);11 luego, quien realiza obras, por ejemplo manda vocaciones, escribe libros, artículos, cuida la propaganda, etc. Todos estos están inscritos y participan de las santas Misas.
La oferta ha de hacerse bien, según san Pablo (2Cor), con tres condiciones: la prontitud, la generosidad, la cordialidad.
Y produce tres bienes, a saber: ordinariamente, más abundantes bienes materiales por parte de Dios, pues quien da al pobre o a Dios mismo, recibe de él, que lo tiene todo; más gracias espirituales aquí en la tierra; poseerá las riquezas eternas del cielo.
Con quien aporta bienes materiales la Familia Paulina se desendeuda dando bienes espirituales de valor inmenso, especialmente las 2400 santas Misas aplicadas por ellos cada año.
Educar a los Cooperadores significa hacerles vivir, según su estado y posibilidades, la vida paulina, las devociones paulinas, la mentalidad paulina.
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5. PRUDENCIA Y CELO

Armonizar bien la prudencia con el celo es sensatez, fruto de gracia, virtud difícil.
Por un lado, ver lo que es necesario y con fe procurarlo dentro de la prudencia; por otro, aconsejarse, considerar las circunstancias de lugar, tiempo y persona, para no exceder.
Es peligroso cargarse de deudas desproporcionadas respecto a las entradas, creando quizás una situación de preocupación y de alarma para pagar, haciendo sufrir al espíritu, el apostolado, el estudio, pues los intereses consumen las utilidades del apostolado. Pero es igualmente dañino no proveer de lo estrictamente necesario para el espíritu, la salud, el apostolado, el estudio y unos locales decorosos... Con todo, hay momentos comparables a la vida de la Sagrada Familia en Belén y en Egipto; otros comparables a su estadía en Nazaret; otros comparables a la vida pública del Maestro divino.
Las casas, la maquinaria, etc., si se adquieren con criterio y se usan con diligencia, se pagarán fácilmente.
¡Pero prudencia! Decía san José Benito Cottolengo: «Si hace falta una segunda casa, porque la primera está llena, la construiré... Y también una tercera...». Sin embargo es preciso también aquí la sensatez y el don del consejo: adquirir un terreno suficiente, proveer a un buen plan de máxima, ir luego por partes según la necesidad... ¿De qué sirve una casa grande, si no se siguen a la vez las vocaciones y el apostolado? ¿Y de qué sirven las mejores y abundantes máquinas si no hay personas que las hagan funcionar?

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La parte económica debe basarse en el apostolado; en segundo lugar, se recurre a los Cooperadores. Como el rico debe dar «quod súperest», así el Paulino, tras haber trabajado bien, pide lo que falta aún para las obras necesarias: «quod deest».12
¡Confianza en Dios! Él moverá los corazones a dar. En general, el Paulino vive de su apostolado y destina las ofertas-limosnas y donaciones a obras nuevas, casas, maquinaria, vocaciones, iglesias, comienzo de publicaciones pasivas, etc. Las ofertas no son para consumirlas en el alimento diario, sino que pasan a los medios de apostolado, a obras de carácter estable.
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6. OBSTÁCULOS A LA DIVINA PROVIDENCIA

El pecado es el principal obstáculo a la Providencia.
Obstáculo directo para nuestra santificación, para las vocaciones, para el fruto espiritual del apostolado, para la paz y serenidad del corazón y entre los hermanos y con Dios.
Obstáculo indirecto para las necesidades materiales, el progresivo desarrollo de las Casas, el buen nombre, el resultado en los estudios, etc. Las faltas contra la pobreza religiosa, y peor aún contra el séptimo mandamiento, como una administración desordenada, son las que alejan la divina Providencia de las casas religiosas.
Si trabajamos por la gloria de Dios y por la paz de los hombres, el Señor estará con nosotros; pero si nos movemos por motivos de vanidad, de comodidad, de egoísmo, etc., nos quedamos en la indigencia.
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7. IMITAR A DIOS

Providencia y gobierno se completan en quien dirige y administra una casa. No basta escoger bien las personas, es necesario seguirlas, ayudarlas, alertarlas, etc. Imitar a Dios, pues, como le representan el superior y el ecónomo. Todo tiene que estar en manos del superior; y éste unido íntimamente a Jesucristo, a Dios; y todos cooperen con él, en cada una de las cuatro partes,13 aun con la libertad y responsabilidad necesarias. Si el superior descuida una parte (por ejemplo el estudio), el carro no camina, la casa resultará pasiva en una parte importante. Nada más fácil que hacer funcionar bien una parte; dificilísimo hacer proceder bien las cuatro partes conjuntamente.
«Para establecer una Casa hace falta un santo; pero para gobernarla hacen falta dos; o mejor, hace falta un hombre doblemente santo», escribía el Maestro Giaccardo; y él tenía el ojo en todo e intervenía con gracia y eficacia en todo.
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8. CONCLUSIONES

Primera: vivo y amoroso reconocimiento al Señor por su gran amor a la institución de la Familia Paulina y por el gran don de la vocación.

Segunda: correspondencia diaria y generosa; para el trabajo espiritual, el estudio, el apostolado, los medios de sustentamiento.

Tercera: celo constante por las vocaciones, para que muchas otras almas participen de la misma riqueza de gracias.

Cuarta: mantenerse siempre humildes y, al mismo tiempo, constantemente en progreso; para que el Instituto se amplíe en obras y personas, y para que en el Instituto haya muchos santos.

Quinta: cuanto se ha dicho de la Providencia en general, vale y se aplica en la debida proporción a la Familia Paulina.

Sexta: un constante optimismo, apoyado en la divina Providencia, que, llamándonos a la santidad, dispone siempre medios, ocasiones, pruebas y consuelos, con sabiduría y amor.
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1 «...para su glorificación». Más correctamente: para la propia glorificación (referida a Dios).

2 En el original: «Ratio órdinis rerum in finem Providentia in Deo nominatur» (Summa Theológica, I, q. 22, art. 1). De esta fuente saca el P. Alberione los actuales “principios”.

3 En el original: «Executio huius órdinis gubernatio dícitur» (Summa Theológica, ib.).

4 En el original: «Attingit a fine usque ad finem, fórtiter suáviterque disponens omnia» (Sab 8,1).

5 «Hágase tu voluntad».

6 Sociedad perfecta en el sentido del Derecho público e internacional: es decir, autónoma y autosuficiente en el propio orden.

7 «En espíritu y verdad» (Jn 4,23).

8 Según la Vulgata latina, “Dóminus dabit verbum evangelizántibus”, Sal 68(67),12.

9 Fórmula según la edición de 1985 [la versión española trata de ser casi literal]. Para las ediciones precedentes, cf. Secreto del éxito, Ed. Archivo Histórico General de la F.P., 1985.

10 Título del mensual para el Clero, comenzado por el P. Alberione en 1916.

11 Cf. Abundantes divitiæ, n. 281.

12 «Lo sobrante» y respectivamente «lo que falta».

13 Las “cuatro partes” son los sectores particulares de la vida paulina: piedad (espiritualidad en general), estudio (formación intelectual), apostolado (cumplimiento de la misión específica) y pobreza (economía, administración). El P. Alberione usaba a menudo la metáfora de las “cuatro ruedas” del carro.